Investigaciones: Salud y Violencia

INVESTIGACIÓN SOBRE EL IMPACTO EN LA SALUD DE LA VIOLENCIA COLECTIVA (ISAVIC) EN EL PAÍS VASCO

 


La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la violencia colectiva como el uso instrumental de la violencia por gente que se identifica a sí misma como miembros de un grupo, ya sea transitorio o de larga duración, con otro grupo sea éste real o imaginario, con el fin de conseguir determinados objetivos políticos, económicos y sociales.

Ésta es la referencia que ha guiado esta investigación, impulsada por la Fundación Fernando Buesa y realizada por un prestigioso equipo de profesionales que desde 2005 a 2008 han realizado un concienzudo estudio epidemiológico basado en más de 2000 encuentas a la población general y a víctimas directas de la violencia colectiva en el País Vasco. Por primera vez en Euskadi, una investigación ha medido con parámetros científicos el alcance de la violencia en la salud de las personas; las consecuencias que el crimen, la extorsión y la persecución provocan en el bienestar físico y mental, incluso social, de quienes sobreviven a un acto violento en una sociedad donde el miedo puede llegar a formar parte de la rutina diaria.

 

Como Fundación que recibe su nombre de una víctima de ETA, hemos querido impulsar esta investigación para así poder avanzar en el conocimiento del posible impacto de la violencia colectiva en la salud de sus víctimas, en un trabajo pionero e innovador que esperamos sea desarrollado por estudios posteriores en la línea marcada por el grupo de trabajo ISAVIC.

La violencia se ha convertido en parte de la vida cotidiana del País Vasco. Casi sin darse cuenta, la sociedad ha comenzado a admitir como algo rutinario lo que no debería formar parte ni siquiera de la excepción. Amenazas, intimidaciones, violencia callejera… Son muchos los lugares del mundo donde las personas se ven afectadas por situaciones de este tipo que irrumpen en sus vidas. Diferentes contextos, diferentes procesos históricos, diferentes causas y, seguramente, también diferentes efectos. El de Euskadi no es un hecho aislado. Los medios de comunicación se refieren a él a diario y son muchos ya los estudios que han analizado su origen, implicaciones y también posibles soluciones. Pero, ¿cómo afecta un escenario así a la salud de los ciudadanos? ¿Qué implicaciones tiene la violencia colectiva en el bienestar físico y emocional de sus víctimas directas? ¿Hasta qué punto se sienten arropadas por la sociedad en la que viven y las instituciones que les representan?

El informe, que ha sido publicado bajo el título “La noche de las víctimas. Investigación sobre el impacto en la salud de la violencia colectiva en el País Vasco”, concluye que la violencia genera en las víctimas un sufrimiento continuado y problemas de salud que van más allá del momento mismo de los hechos para prolongarse en los años y décadas posteriores. El dolor por la pérdida o la vivencia en primera persona de una acción violenta se manifiesta de muy diversas formas. Tiene repercusiones físicas, psicológicas, emocionales y también económicas, laborales, profesionales y de relaciones sociales.

 

Curiosamente, sin embargo, la investigación sanitaria no ha recogido hasta ahora entre sus prioridades el análisis de las consecuencias que tiene la violencia en la salud de las personas. A la vista de los resultados obtenidos no deja de sorprender el escaso interés que este asunto suscitaba en sus comienzos. La violencia colectiva altera el tejido social de la comunidad donde se produce hasta el punto de modificar también la mirada con la que la analizan sus ciudadanos y profesionales.

 

Desde el punto de vista científico, éste ha sido un trabajo arriesgado e innovador, dada la escasa tradición académica existente en torno a la cuestión. La misión tampoco fue fácil desde el punto de vista humano, porque hubo que afrontar con ojos de investigador, pero también con respeto y comprensión, el sufrimiento y las vidas rotas como consecuencia de la atrocidad humana.

 

Pero por encima de todo, el auténtico desafío lo protagonizaron las propias víctimas, los ciudadanos  que realizaron el penoso y difícil esfuerzo de revivir y escarbar en la esencia misma del sufrimiento, en lo más hondo de su penar. A todas ellas debemos esta investigación.