La paz es esto
El XIII Seminario organizado por nuestra Fundación y el Instituto Valentín de Foronda nació con el título de “La paz era esto”, formulado a medio camino entre la afirmación y la pregunta. Una vez concluido y escuchadas las intervenciones de diferentes finales de violencia política en Europa y América, podemos confirmarlo de nuevo: La paz es esto. Con sus defectos, sus imperfecciones y sus déficits, la paz es esto y no otra cosa.
Una primera consideración. Si la paz es esto, no existe el denominado “proceso de paz”, porque ya la hemos alcanzado. Lo que se abre ante nosotros es la oportunidad de subsanar sus imperfecciones. Y estas se centran, a nuestro juicio, en los ámbitos de la libertad, destacando ahí el derecho a elegir la identidad, la democracia, la convivencia, el respeto al pluralismo y la exigencia de no repetición de la violencia política.
Un primer déficit: ETA no ha desaparecido, aunque esté inactiva y estemos convencidos de que así continuará. Y para superar ese déficit tenemos que tener en cuenta que lo que queda de ETA está en la cárcel o huido.
Un segundo déficit lo constituye la ausencia de autocrítica de la izquierda abertzale en relación con su apoyo durante decenios al asesinato político. Y observamos dentro de este contexto y dentro de ese mundo un conjunto de graves incoherencias que nos perjudican a todos.
Porque es profundamente incoherente condenar los contraterrorismos del GAL, BVE, etc. y no condenar el terrorismo de ETA. Y es profundamente incoherente condenar las torturas y no hacerlo con la violencia de persecución al diferente o con la extorsión al empresario.
Porque es profundamente incoherente acudir al homenaje a las víctimas sin haber condenado previamente a los victimarios. Y es profundamente incoherente acatar la ley para entrar en las instituciones e impedir que los presos lo hagan. Lo mismo que es incoherente condenar la violencia política en el futuro y no hacerlo en el pasado.
Decía Mario Onaindía que el final definitivo se producirá cuando se acerquen los que más han sufrido y los que más han hecho sufrir. Y para que eso se produzca hace falta que los victimarios y sus apoyos desanden caminos; en palabras de Osvaldo Puccio, que hagan autocrítica. Sólo entonces podrá producirse el encuentro. Y cuando la autocrítica es sincera, las víctimas estarán dispuestas a construir puentes para que ese encuentro sea posible.
La experiencia de los presos de la Vía Nanclares, quienes después de hacer autocrítica quisieron acercarse a las víctimas para profundizar en ella, constituye a nuestro juicio el camino hacia la superación de las imperfecciones de esta paz nuestra. Porque todo preso tiene derecho a una segunda oportunidad y tenemos que trabajar por ello. Pero también el conjunto de la sociedad, y las víctimas en primer lugar, tienen derecho a exigir una autocrítica sincera más allá de las palabras por parte de los asesinos y de sus cómplices políticos, para así poder apoyar ese proceso de reinserción que la ley establece.
Queremos recuperar para la democracia a quienes quisieron destruirla, a través de la reflexión crítica del pasado y con una nueva política penitenciaria. Y queremos escuchar de la izquierda abertzale una reflexión similar, que supere las incoherencias y contradicciones antes enunciadas, que permita garantizar la no repetición de lo ocurrido y propiciar una convivencia en paz y en libertad, respetuosa de nuestro pluralismo. Porque somos conscientes, además, de que la autocrítica en ese mundo ayudará de manera importante a impulsar la reinserción de presos y huidos.
El próximo día 20 de noviembre tendrá lugar en el Teatro Félix Petite del Centro Cívico Ibaiondo el estreno en Vitoria-Gasteiz de la obra teatral “La mirada del otro”, que aborda la autocrítica y el desandar caminos de los victimarios, y el tender puentes hacia el encuentro por parte de las víctimas.