En
esta ocasión el lema elegido fue
“Repensar nuestro legado. Gure
ondarea, gure ondorena”, y contó
con la presencia de la familia de
Rodolfo Benito Samaniego,
asesinado en los atentados del 11
M, invitación que pretendió
visibilizar a las víctimas del
terrorismo yihadista y a las
asociaciones que con ellas
trabajan.
Sara
Buesa, a quien dio paso la
periodista Eva Domaika, no ocultó
al comienzo de su intervención,
siempre emotiva, que la carga que
lleva a cuestas, como toda
víctima, es demasiado pesada.
“Contiene una herida profunda y
dolorosa, que reposa en el fondo
como rescoldos de un fuego que a
veces se aviva”. Así, recordó, el
ataque el pasado mes de octubre a
la tumba de su padre y al monolito
en su recuerdo y en el de Jorge
Díez le recordó lo vivido tras el
asesinato. “Vandalizar la tumba de
aita fue inhumano y cruel, pero la
crueldad máxima fue haberlo
asesinado hace veinticuatro años”.
Reflexionó
también sobre su sufrimiento, un
sentimiento que, si bien existe,
no desea convertirlo en arma
arrojadiza contra nadie. "Anhelo
que las personas que asesinaron a
aita y Jorge conecten con mi dolor
porque necesito reparación y
también para despertar algo en
ellas”.
En
un gesto de generosidad infinita,
la hija de Fernando Buesa se
dirigió a los victimarios para
decirles que no encontrarán ni
odio ni rencor en su mirada,
aunque ella sí desea encontrar
siquiera un atisbo de empatía en
la suya. “Deseo subrayar que
pueden dejar atrás la lógica de la
violencia en la que han estado
atrapados, resurgir de las cenizas
del sufrimiento provocado, hacerse
más humanos y poner su experiencia
al servicio de una convivencia sin
violencia".
Su
intervención no estuvo exenta de
denuncia, pues criticó que todavía
ciertos sectores políticos no
deslegitimen de forma clara y
rotunda radical el terrorismo.
Pienso, dijo Sara, que el oscuro
pasado permanece encapsulado
todavía. "Todavía no queda claro
en este país si matar es cometer
un crimen o defender una idea. O
si depende del contexto, del fin,
o de quienes sean los que mueran.
Yo no quiero que esa sombra quede
en la ambigüedad para mis
hijos. Matar, secuestrar,
torturar, amenazar y extorsionar
está mal. Estuvo mal y no debió
haber sucedido nunca".
Como
es habitual en el acto anual, Sara
se convirtió en motor del mismo a
través de una nueva dinámica,
siempre tan esperada por el
público que asiste a nuestros In
Memoriam. En el escenario
compartieron espacio, junto a la
hija de Fernando Buesa, su hermana
Marta y Juan Benito y Ana Hidalgo,
familiares del joven Rodolfo
Benito, asesinado el 11 M de 2004
en Madrid. En esta ocasión
fueron unos cables luminosos, de
distintos colores, los
protagonistas. Siguiendo las
indicaciones de Sara, los cables
se encendieron y unieron mediante
un proceso colaborativo, formando
en el auditorio un maravilloso
espectáculo de puentes luminosos
que nos unían a los allí
presentes, superando las barreras
y llegando a otras orillas. “Una
apuesta por tender puentes para la
convivencia frente a heridas sin
sanar y vínculos rotos”.
La
nota musical la pusieron la
cantante Arahí y el guitarrista
Lino Lores. Música que, evocando
los nombres de las víctimas del 11
M, sirvió a Sara para manifestar
que se siente muy cercana a todas
las víctimas del terrorismo, sean
de un signo u otro, "pues es un
mismo dolor en el que nos sentimos
muy conectadas. Además, la
Fundación Rodolfo Benito Samaniego
es para nosotros una Fundación
hermana en este camino de mantener
viva la memoria y de cultivar
valores de paz".
Finalizó
el XXIV In Memoriam, pero sus ecos
permanecerán entre nosotros.