Los retos del futuro
Una vez que ETA abandonó la violencia en 2011 y que ha entregado las armas en abril de este año, ya solo queda su desaparición para certificar el final del terrorismo. Para certificar la victoria del Estado de derecho en su lucha contra el terror, contra quienes quisieron imponer un proyecto político totalitario y excluyente sobre la sangre inocente de sus víctimas.
Pero nos equivocaríamos si diéramos por resuelto el problema del terrorismo con la disolución definitiva de la banda. No podemos darlo por terminado sin una valoración crítica del pasado, tanto de ETA como de sus apoyos políticos. Una autocrítica de quienes asesinaron, amenazaron, secuestraron y extorsionaron, y de quienes jalearon todas estas acciones. Tuvieron una oportunidad para llevarlo a cabo con el denominado suelo ético aprobado por el Parlamento Vasco en 2012, pero la rechazaron. Y nuestra Fundación considera que la nueva ponencia sobre memoria y convivencia en Euskadi debiera ser el espacio para conseguir que esa autocrítica se haga realidad por parte de Sortu.
Es evidente que el nacionalismo radical llevará a la ponencia su preocupación por los presos etarras. Es comprensible ya que tienen un serio problema con los restos del naufragio. Ni los presos ni sus familias entienden que quienes les indujeron a practicar la violencia para conseguir fines políticos pisen ahora moqueta, mientras ellos se convierten en los paganos de un trágico error, un trágico horror.
En estas circunstancias, habría que recordar a ese mundo que la legislación penitenciaria prevé diferentes mecanismos para lograr la reinserción de presos, pero que es una responsabilidad individual el dar los pasos para lograrla. Y que hay un paso ineludible, por encima de acercamientos o dispersiones. Y ese paso es la autocrítica por el daño causado, el reconocimiento de un error que ha causado tanto horror, la declaración de la ilegitimidad de la violencia para conseguir réditos políticos o cualquier otra declaración que vaya en esta dirección.
Y Sortu debiera saber, y por si no supiera se lo recordamos, que lo que más ayudaría a los presos de ETA a recorrer el camino de la reinserción sería la realización por su parte de esa autocrítica que la legislación exige a sus presos y a la que ellos jurídicamente no están obligados. Y en el supuesto de que la realizaran, la democracia, el Estado de derecho sabría ser generoso.
Somos conscientes de que no es fácil, que se necesita valor para afrontarlo. Estamos sinceramente convencidos de que el resto de grupos de la ponencia sobre memoria y convivencia en Euskadi estarán dispuestos a ayudarles en la medida de sus posibilidades en ese camino. Y también, dispuestos a defender de forma conjunta en las Cortes Generales la generosidad antes mencionada a cambio del valor de afrontar la autocrítica por todo el horror injustamente producido.