Boletín 77 - marzo 2020

“Raíces que nutren. Brotes de esperanza”

El pasado 20 de febrero, con el título “Raíces que nutren. Brotes de esperanza”, conmemoramos el XX In Memoriam por los asesinatos de Fernando Buesa y Jorge Díez. Con este título tan expresivo pretendimos transmitir una idea de esperanza en el futuro de una sociedad vasca inclusiva, basada en los valores y principios que nutren el Estado de derecho. Una sociedad inclusiva que exige una mirada retrospectiva que permita revisar un pasado de identidades excluyentes que llevó hasta la eliminación del diferente.

La celebración del XX In Memoriam fue un acto especialmente emotivo. Sara Buesa, en su intervención más personal y llena de sentimientos, nos recordó al Fernando Buesa padre, esposo y ciudadano, y al Fernando Buesa al que su asesinato impidió ser abuelo.

Una hermosa frase de François Mauriac nos recordaba que “la muerte no nos roba a los seres queridos”, sino que, “al contrario, nos los guarda y los inmortaliza en el recuerdo”.

No se ha reconocido suficientemente el digno y ejemplar papel de las víctimas del terrorismo, transmitiendo valores de concordia y renunciando a expresiones de odio y venganza. El testimonio y la memoria de las víctimas es un factor fundamental para la construcción de una sociedad cohesionada.

El testimonio de Sara, como el de todas y cada una de las víctimas del terrorismo, puso de manifiesto la terrible injusticia de cientos de vidas truncadas, de tantas familias rotas. El acoso al que fueron sometidas muchas víctimas, un ambiente social en el que la mística de la violencia lo impregnaba todo, era la antesala de tantas muertes, de tantas expresiones de odio y exclusión.

Sara Buesa nos recordó también al Fernando Buesa político, cuya visión enraizaba con la idea de ciudadanía. Nos señalaba algo tan elemental como que la ciudadanía es la única categoría política que da derechos y obligaciones sin distinguir ni discriminar a nadie por razón de sexo, religión, opiniones políticas, identidades o sentimientos.

Las semillas del árbol que queremos que crezca sano y robusto son semillas de ciudadanía, de solidaridad, de convivencia democrática, de un anhelo colectivo por lograr una sociedad en la que nuestros hijos puedan vivir como ciudadanos libres. Este es un empeño social sobre el que Lourdes Oñederra, invitada especial en este XX aniversario, reflexionó posteriormente analizando el papel de la sociedad vasca en los terribles años del terrorismo. Una sociedad vasca omisa y extraviada, pero especialmente una sociedad silente. Callamos, miramos para otro lado.

Lourdes Oñederra, eminente lingüista, nos habló del uso inadecuado de las palabras, de la manipulación interesada del pensamiento. De igual manera, otro lingüista, Victor Klemperer, nos recuerda que es el lenguaje el instrumento que permitió inocular el odio a la sociedad alemana, más que los discursos y las ideas. Palabras simples, repetidas hasta la saciedad, que se asimilaban y reproducían inconscientemente.

También en Euskadi ha habido un uso perverso de las palabras, manipuladas y retorcidas hasta perder su verdadero sentido. Lourdes Oñederra nos enfrentó a la incómoda pregunta que todos deberíamos hacernos: ¿Y yo qué hice mientras asesinaban a mis conciudadanos? Desde su propia experiencia, puso a cada uno de nosotros ante el espejo de nuestra propia actitud de cuando se produjo nuestra particular caída del caballo, que nos hizo pasar de ciudadanos silenciosos ante el horror a ciudadanos resistentes. Este ejercicio introspectivo es doloroso, pero deber ser abordado por cada ciudadano y ciudadana, por toda la sociedad.

La verdad y la memoria también son nutrientes necesarios de la nueva sociedad inclusiva que necesitamos.