Boletín 73 - julio 2019

“Prevenir la radicalización ”

Como ya ocurriera en ediciones anteriores, otra vez las fiestas de San Juan en el barrio vitoriano de Judimendi han trascendido por la exhibición de retratos de diferentes miembros de ETA encarcelados por sus actividades delictivas; uno de ellos, uno de los condenados por el asesinato de Fernando Buesa y Jorge Díez.

La última semana de mayo se reunió en Bilbao un comité de trabajo de RAN (Radicalisation Awareness Network), una red de la Comisión Europea que trabaja para prevenir procesos de radicalización que pueden terminar en violencias justificadas por argumentos territoriales, étnicos, nacionales, religiosos, sociales, políticos o de otra naturaleza. La reunión, a la que estuvo invitada a participar la Fundación Fernando Buesa, se convocaba bajo el título “Promoviendo la cohesión social después de un periodo de violencia: el papel de las víctimas”. En el documento inicial se señalaban algunas de las evidentes consecuencias de la violencia. Las sociedades que durante años se han visto sometidas al terrorismo o a conflictos civiles naturalizan la violencia, la toman por normal; establecen una frontera entre “nosotros y ellos” mediante un sentido de pertenencia cerrado y excluyente; en tercer lugar, y como consecuencia de lo anterior, se extiende un sentimiento general de temor y de creencia en que no se puede confiar en nadie, por lo menos que no sea de los nuestros; finalmente, al terminar esos tiempos traumáticos, prospera un deseo de olvidar, de manera que conceptos como justicia o Estado derecho se convierten en agentes de irritación abstractos e irrelevantes para lograr el olvido deseado y las víctimas, recordatorio viviente de lo ocurrido, acaban siendo percibidas incluso como un obstáculo para la paz.

Por los mismos días, el secretario general de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno Vasco, Jonan Fernández, presentaba otro documento más, en este caso para terciar en esta preocupante problemática de la radicalización (Uztartu). El documento podía perfectamente estar fechado en Noruega o Tasmania, porque no incluía ni la más leve referencia a lo que ha sido el tono de nuestra historia en el último medio siglo pasado. Si la propuesta de RAN reflexionaba sobre lo que hemos tenido, lo que tenemos y lo que se nos puede venir, el documento de nuestro gobierno esquivaba lo que por desgracia constituye la especificidad de Euskadi en este asunto. No parece que ese sea el camino: apartar la mirada a la evidencia del pasado es el anticipo a hacerlo con los problemas del inmediato futuro. Al menos, así nos lo han vuelto a recordar quienes de nuevo han reclamado la condición de héroes para quienes no son otra cosa que asesinos. Más claro…