Boletín educativo de la Fundación Fernando Buesa Fundazioa nº 12/ noviembre 2014 |
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RELIGIOSIDAD Y ESCUELA. DIVERSIDAD CULTURAL Y RELIGIOSA EN SOCIEDADES SECULARIZADAS * La religiosidad, expresada de distintas formas y afectando a diferentes aspectos de la vida grupal, es algo que ha formado parte de la humanidad desde sus inicios. No obstante, cuando en el siglo de las luces irrumpe el método científico en la búsqueda de respuestas fundamentales y se edifican los cimientos de las sociedades modernas, es cuando desaparece poco a poco esa importancia fundante que toda religión tenía en la construcción social. Me incluyo entre los que aplauden esta ruptura, considero sin duda que la secularización de los estados ha sido uno de los hitos fundamentales de nuestra historia, pues así la democracia y la ciudadanía se abrieron paso hacia la construcción –utópica dirán algunos- de sociedades basadas en derechos y no en mitos. A pesar de todo esto, no creo que la búsqueda de la espiritualidad, marcada por aspectos que se sustentan más en lo cultural que en lo dogmático, haya desaparecido de nuestras sociedades; más aún, opino que esta situación, enclavada en contextos sociales aconfesionales y por lo tanto más justos, puede normalizar las opciones religiosas despojadas ahora de todo integrismo y relación con el poder político, pues estas son vistas como un hecho social más, ni con más ni con menos influencia en la vida pública que otros agentes constructores de tejido social. Ciertamente en una sociedad, como la española, en la que la secularización de la vida social ha sido notable desde la recuperación democrática el debate relativo a la conveniencia o no de mantener la asignatura de religión en nuestro sistema educativo está abierto desde hace años. Soy de los que creo que el hecho religioso es un fenómeno de indudable importancia, incluso para sociedades en las que la laicidad se afianza como en la nuestra, y quizás por eso no considero deseable que se expulse a este “hecho social”, parafraseando a Durkheim, del ámbito educativo formal. Si consideramos la religiosidad como una forma de expresión humana condicionada por un contexto cultural determinado y también condicionadora de cultura, estamos reconociendo su profundo valor a la hora de explicarnos nuestro actual proceder como grupo humano. Nuestra propia sociedad europea actual es sin duda heredera de una cosmovisión judeocristiana de la vida; de tal importancia que dejó su impronta en filosofías tan aparentemente lejanas como el socialismo de Karl Marx, la lucha revolucionaria de Camilo Torres Restrepo o la pedagogía liberadora de Paulo Freire. Sería prácticamente imposible pensar en una estructura común europea si no nos remitimos al sentido trágico de la vida de los griegos, o a la dualidad presente en conceptos como: cielo-tierra, hombre-mujer, luz-tinieblas o blanco-negro. Entre nosotros están muy arraigados la acción como actitud práctica y virtuosa o el yo doble, dividido entre el aspecto carnal (cuerpo) y el espiritual (alma). Difícilmente podríamos explicar la evolución de nuestra realidad social, ni siquiera como teorizó Max Weber en cuanto a la relación entre el desarrollo del capitalismo y el protestantismo, si no hubiéramos conocido antes la general imagen tripartita del mundo que los indoeuropeos ya poseían clasificando su sociedad en sacerdotes (religión), guerreros (control y contención), y artesanos o campesinos (economía). Si nos atenemos al estudio comparado, la importancia que los distintos sistemas educativos europeos dan al hecho religioso es realmente importante. La enseñanza religiosa, a pesar del nivel significativo de secularización de nuestras sociedades, está presente en todos los sistemas educativos europeos, con la excepción del caso francés en la educación pública. Alemania, Bélgica, Holanda, Austria, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Grecia, Italia, Luxemburgo, Polonia, Portugal, Reino Unido, Suecia, Noruega... incorporan al profesorado de religión asimilado como el resto de los docentes. Incluso en casos como el de Finlandia, exigen titulados con la licenciatura en Teología, ahora grado, para impartir las clases de religión o ética. Existen diferencias notables en cuanto a la financiación, al carácter voluntario u optativo de la asignatura o a las características de la alternativa a la religión; pero puede afirmarse que en la práctica totalidad de Europa la asignatura de religión, como historia de los distintos hechos religiosos y en especial los que marcaron nuestra cosmovisión de la vida (es decir el cristianismo) está contemplada en el currículum de las etapas educativas obligatorias. Considero preocupante el descrédito de las humanidades, hecho este que nos conduce a primar sólo los conocimientos técnicos en aras de la creación de ciudadanos enculturizados en las nuevas tecnologías y en las ciencias. Ciudadanos para el consumo y adoradores del progreso técnico. Hombres y mujeres que nadarán en una sociedad, como diría Z. Bauman, cada vez más líquida y menos consistente. Puedo equivocarme, pero considero que en un futuro cada vez más multicultural, en sociedades en las que la transnacionalidad genera espacios cada vez más mestizos, conocer la función de la sahada, del salat, zakat, sawn y hayy; leer el Antiguo y Nuevo Testamento, saber a qué nos referimos cuando hablamos del ying y del yang; conocer los caminos de la perfección a través del himayama y del mahayama o reencontrarnos con Marx desde el mensaje de Cristo son actividades que pueden contribuir al debate en las aulas, a la reflexión y al diálogo intercultural. El hecho religioso, como conocimiento, no como adoctrinamiento, puede ayudarnos, en definitiva, a conocernos mejor a nosotros mismos y ese es el mejor camino para saber hacia dónde queremos ir. Incluso yo me atrevería a asegurar que es totalmente compatible con la educación Social y Ciudadana, quizás de forma absolutamente complementaria. En este sentido es especialmente importante detenernos en dos factores fundamentales que influyen en esta cuestión: En primer lugar reconocer que el hecho de haber superado años oscuros de nacional-catolicismo y encontrarnos, afortunadamente, inmersos en una sociedad que ha alcanzado un grado de secularización similar al de otras sociedades avanzadas del ámbito europeo (cuestión que especialmente aplaudo), no implica necesariamente renuncia de un patrimonio histórico, de una competencia enriquecedora y de una herencia que forma parte de nuestro acervo cultural. Simplemente esta realidad será observada desde otro prisma y con un deseable espíritu crítico. Por lo tanto el estudio del hecho religioso, repito que no la impartición de doctrina o catequesis en el colegio público, puede ser un contenido importante en el curriculum de humanidades. En segundo lugar, aceptando la complejidad que los actuales movimientos migratorios están generando en nuestra actual sociedad, hemos de identificar las diversas expresiones religiosas presentes en nuestras ciudades como una magnífica oportunidad para el diálogo intercultural. En este momento las iniciativas más interesantes de relación entre diferentes y de integración social en la sociedad vasca están teniendo lugar de la mano de organizaciones ligadas a la iglesia. Y, por lo tanto, estas experiencias nos están demostrando que las profecías apocalípticas de Huntington (choque de civilizaciones) no deben ser necesariamente ciertas, tanto es así que desde el diálogo interreligioso se están generando interesantes estructuras de encuentro intercultural que no nos podemos permitir el lujo de menospreciar. El mensaje que desde esta perspectiva podemos trasmitir a nuestros alumnos es de capital importancia: podemos vivir juntos quienes somos diferentes. ¿Qué es necesario para ello? Tan sólo una cosa: encontrarnos en un lugar común, en ese que permite una expresión de religiosidad que no vulnere los principios ciudadanos ni DDHH. Y ese espacio es lo que Sami Naïr denomina “el lugar común de la ciudadanía”. Aquí es donde debemos centrar el debate. *Jesús Prieto Mendaza, maestro, licenciado en Antropología Social y Cultural y doctor en Estudios Internacionales e Interculturales. Es profesor colaborador de la Universidad de Deusto y de la Escuela Universitaria de Enfermería de Álava.
RECURSOS PEDAGÓGICOS EN TORNO A LA DIVERSIDAD CULTURAL Y RELIGIOSA EN LA ESCUELA Con respecto a la integración social de la población migrante. Entre lo tolerable y lo intolerable. Culturas y educación en un mundo global Decálogo del educador intercultural
Charla-coloquio
Con la intervención de: Jesús Prieto Mendaza - Profesor y antropólogo
Durante el acto se presentará el videojuego "Concordia" ideado por la Fundación Fernando Buesa y desarrollado por Playful Robot. Este juego interactivo está basado en el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que aborda la libertad de religión y de conciencia.
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Fundación Fernando Buesa Blanco Fundazioa |
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